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Nuestra Historia

Cuando una persona es privada de la libertad jamás alcanza a dimensionar el impacto real y en su familia. Mientras esta persona es privada de la libertad, afuera la realidad se transforma radicalmente; la estructura familiar se desestabiliza económica, afectiva y moralmente, además del estigma a que se hacen acreedores sus hijos, parejas y padres.

Muchos de ellos quedan a la deriva, solos, sin hogar, a cargo de terceros y en algunos casos asumiendo un nuevo rol como cabeza de familia, responsable de solventar las necesidades del núcleo familiar sin importar su condición o edad.

Hijos que aún son menores de edad; jóvenes y adolescentes que quedan en estado de vulnerabilidad expuestos a situaciones como el abuso, el maltrato, la vida delictiva e incluso la indigencia. Esto se repite en madres, padres y parejas.

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Al hacer presencia en la Reclusión de Mujeres de Bogotá, un grupo de voluntarios en el 2016, se unen para dar vida a una organización desde la cual poder dar respuesta a estos desafíos. Estos años de experiencia nos han enseñado que es primordial generar espacios de prevención de la delincuencia, así como es importante atender de forma integral a la persona privada de la libertad como a su familia, toda vez que es el núcleo alrededor del cual gira la vida del detenido. Su familia es su apoyo, su punto de referencia y en la mayoría de las veces, es el entorno al cual retornará una vez recobre su libertad.

Creemos que revertir las cifras de delincuencia es posible pasando por un proceso de apoyo psicosocial, educación y capacitación para el trabajo, formación en valores, restablecimiento del orden de la estructura familiar y social. Aquí resulta pertinente hacer referencia a la propuesta de prevención del delito enunciada en el Plan Nacional de Política Criminal 2020 en donde dice: -“Se considera primordial la implementación de estrategias de prevención del delito de adolescentes y jóvenes para evitar el escalonamiento de conductas al sistema penal, reducir el riesgo de que ocurran delitos, así como los efectos dañinos potenciales en los individuos y la sociedad (incluyendo el temor al delito), todo ello, mediante intervenciones tendientes a mitigar sus múltiples causas”.

 

Hanna Cortés y sus redes de apoyo trabajan en la promoción de acciones y procesos que coadyuven a transformar la vida del pospenado y a vencer la indiferencia y el temor de la sociedad que lo acoge o rechaza.

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